No cobro, no vendo nada : La experiencia de estudiantes universitarios angoleños en el área metropolitana de Buenos Aires /

A lo largo de estas páginas he presentado las trayectorias de tres migrantes angoleños(as) en Argentina. Proceso del que formo parte y que me puso en el desafiante lugar de ser mi propio informante. Como vimos, en los testimonios de mis compatriotas, el problema del racismo no fue explicitado en lo...

Descripción completa

Detalles Bibliográficos
Autor principal: Simao, Euclides Naipengue Mulau
Formato: Tesis Libro electrónico
Lenguaje:Español
Publicado: Florencio Varela : Universidad Nacional Arturo Jauretche, 2021
Materias:
Aporte de:Registro referencial: Solicitar el recurso aquí
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520 2 |a A lo largo de estas páginas he presentado las trayectorias de tres migrantes angoleños(as) en Argentina. Proceso del que formo parte y que me puso en el desafiante lugar de ser mi propio informante. Como vimos, en los testimonios de mis compatriotas, el problema del racismo no fue explicitado en los mismos términos en que lo hice yo. Sin embargo, en conversaciones más informales por fuera de la entrevista, el tema del racismo sí era una preocupación o un aspecto lacerante con el que debían lidiar cotidianamente, pero al que tomaban como una “cuestión natural”. Vania me contó algunas escenas de racismo que le tocó protagonizar, pero señaló que ella “estaba preparada para eso”. En el caso de Rotane, seguramente su condición de “negro” y extranjero no lo tornaban del todo confiable para alquilar un departamento sin un garante fiador. Pero sí el tema del racismo era una preocupación para sus familias, como lo fue también para la mía; y un punto a ser considerado a la hora de tomar la decisión de migrar al igual que las cercanías tanto cultural como idiomática. Recordemos que Rotane terminó de optar por Argentina por la proximidad del portugués con el castellano descartando a Alemania como primera opción para migrar. Varios son los aspectos que se desprenden de los testimonios aquí presentados. En primer lugar, todos ellos nos acercan a la historia reciente de Angola o más precisamente al proceso de descolonización y a cómo era vivido por ellos y sus familias. Procesos aún poco estudiados. El proceso de descolonización (de un país africano) más estudiado es el de Argelia y nada menos que por el célebre sociólogo/antropólogo francés Pierre Bourdieu. Pero como sabemos, aunque situado en el norte de África, Argelia es un país del mundo árabe. Por su parte, el resto de los países africanos –a excepción de Sudáfrica por sus políticas de segregación racial conocidas bajo el nombre de “Apartheid” –, han recibido escasa atención por parte de los investigadores sociales. Y, es más, los estudios sobre Sudáfrica incluyen el fenómeno de la descolonización de sus universidades conocido como “Rodhes Must Fall” que hizo de esas instituciones verdaderos campos de disputa que pretendían dar paso de las “universidades en África” a las “Universidades africanas” (Sabelo J. Ndlovu-Gatsheni, 2016). Sin embargo, mi interlocutor Rotane fue más preciso al comparar las universidades angoleñas con las argentinas. O más precisamente al señalar la dificultad de la comparación por tratarse de países con procesos de descolonización ocurridos en períodos históricos muy diversos: inicios del Siglo XIX, la Argentina; y mediados del Siglo XX, Angola. Pero esta advertencia de Rotane, nos invita a pensar cómo fue el proceso de la descolonización de las universidades argentinas. En la Argentina, la tradición universitaria se remonta al siglo XVII siendo la Universidad de Córdoba la única creada durante el período colonial,en 1613 y fundada por la orden religiosa de los jesuitas. El alumnado universitario durante ese período –que no llegaba al centenar –estaba compuesto por los hijos de los funcionarios coloniales dependientes de la corona española. En los tiempos independientes fueron los hijos de las familias de la oligarquía, tanto de Buenos Aires como de las provincias, los únicos en condiciones de ingresar a sus claustros. En este sentido, vale tener en cuenta que la Universidad de Buenos Aires se crea en 1821 y alcanza su rango de universidad nacional recién en 1880. Tiempo después, en 1918, se produjo el movimiento de la reforma universitaria que dio lugar a la democratización interna de las universidades, en particular, a la representación estudiantil en el gobierno dela institución. A excepción de la enseñanza primaria, que era gratuita,la enseñanza secundaria y universitaria brindada por el Estado era arancelada. En consecuencia, para acceder a ellas los alumnos debían no sólo estar liberados de obligaciones laborales, sino que sus familias tenían que contar con recursos para el pago de la matriculación y demás gastos de estudio (Itchart, Donatti y González Velasco, 2013: 52). A lo largo de su existencia, la universidad argentina transitó por diversos caminos que fueron el resultado de distintos proyectos políticos, siendo el más valorado socialmente, el que corresponde a los intereses delas profesiones liberales. La gran transformación ocurrió en la segunda mitad del siglo XX, entre los años 1950 y 1960, cuando en 1949 Perón decreta la supresión del cobro de aranceles en las instituciones de Educación Superior. Durante este período operó un proceso de pasaje de la universidad de elite a la de masas. Esta última comenzó a incluir por lo menos al 15 % de la población entre 20 y 24 años (Itchart, Donatti y González Velasco, 2013: 65-67). Tres décadas más tarde, tuvo lugar un proceso doble. Por un lado, con el auge de las políticas neoliberales se modernizó el sistema universitario, estableciéndose un régimen de premios y castigos que supeditaba el financiamiento de las universidades a sus rendimientos, evaluados según los parámetros definidos por los organismos multilaterales de crédito. Y por otro lado, coincidió con la creación de las nuevas universidades del conurbano en el marco de la sanción de la Ley de Educación Superior de 19953, con la intención de incorporar a la matrícula, a los vecinos de esas jurisdicciones que, en su mayoría, correspondían a la primera generación de estudiantes universitarios (García Fanelli, 1997). Una de estas universidades bonaerenses es la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) que inició sus actividades académicas en el 2011 y cuenta en la actualidad con una matrícula demás de 28653 estudiantes. El propósito explícito de esta institución educativa lo constituye la integración, inclusión y promoción social de los sectores populares a los que, por su emplazamiento geográfico en el municipio de Florencio Varela, pretende atender (Colabella, Vargas, 2014:254). De modo que, llegar al establecimiento de Políticas Educativas de Inclusión Social, supuso atravesar todo el Siglo XX y la primera década del Siglo XXI. Sin olvidarnos que, en la UBA, la Universidad más prestigiosa de Argentina, hasta la creación del CBC en 1985, el ingreso era mediante examen, los estudiantes que ingresaban lo hacían en función del promedio de sus notas, pero también las carreras contaban con cupos limitados. De modo que, muchos estudiantes aun cuando alcanzaban el puntaje solicitado para ingresar podían quedarse excluidos por “no haber cupo disponible”. Procesos muy similares que los que mis compatriotas y yo vivimos en nuestra Angola natal y que nos llevaron a voluntariamente abandonar nuestro país. Pero había otro elemento más que nos vinculaba con nuestros ancestros esclavos. Aquel dato inicial que me había conmovido profundamente al descubrir que el circuito principal de esclavos al Río de La Plata, desde el Siglo XVI en adelante, procedía de Angola. Nuestros recorridos fueron los mismos, pero nuestras motivaciones muy distintas: forzadas para ellos esclavos, voluntarias para nosotros personas libres. Las vidas de Vania, Rotane y Euclides dicen de los migrantes angoleños en Argentina, dicen también de los lazos ancestrales entre ambas naciones y sus Estados, de sus enormes continuidades y de las discontinuidades de las que hemos sido protagonistas, pero también víctimas y testigos. 
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