Aplicación de la inmunofluorescencia indirecta para el diagnóstico de enfermedades infecciosas y autoinmunes

El diagnóstico de las enfermedades autoinmunes (EAI) e infecciosas puede realizarse utilizando un gran número de técnicas inmunológicas. Las mismas, permiten tanto la identificación como cuantificación de los antígenos específicos reconocidos. Además, este tipo de técnicas han evolucionado de man...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Alcaraz, María Alicia
Otros Autores: Svibel de Mizdraji, Graciela Ruth
Formato: Trabajo final de asignatura
Lenguaje:Español
Publicado: Universidad Nacional del Nordeste. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura. 2022
Materias:
Acceso en línea:http://repositorio.unne.edu.ar/handle/123456789/50767
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Descripción
Sumario:El diagnóstico de las enfermedades autoinmunes (EAI) e infecciosas puede realizarse utilizando un gran número de técnicas inmunológicas. Las mismas, permiten tanto la identificación como cuantificación de los antígenos específicos reconocidos. Además, este tipo de técnicas han evolucionado de manera importante en las últimas décadas, ya que se han desarrollado pruebas con mayor especificidad y sensibilidad. Entre las técnicas más utilizadas se encuentra la inmunofluorescencia indirecta (IFI), que consiste en la identificación de los anticuerpos que reconocen estructuras antigénicas celulares nativas. Esta técnica es un poco más compleja que la inmunofluorescencia directa (IFD), requiere más pasos y es posible que sufra más interferencias, pero en contrapartida es mucho más flexible que una técnica directa. En este aspecto, ya que es posible que un anticuerpo primario una a más de un anticuerpo secundario, existe un efecto de amplificación que también aumenta la sensibilidad de la técnica. Recordemos que los anticuerpos constan de dos partes, una región variable, que es la que reconoce al antígeno y una constante, reconocida por el anticuerpo secundario. Asimismo, es posible que existan varios anticuerpos que reconozcan diferentes antígenos (es decir que tengan diferentes regiones variables) pero que comparten la misma región constante. Todos estos anticuerpos con diferentes especificidades pueden ser reconocidos a su vez por un único anticuerpo secundario que reconozca la región constante. Esto ahorra el esfuerzo técnico y el costo de modificar cada uno de los anticuerpos primarios para acarrear el fluoróforo. La interacción se evidencia por medio de un anticuerpo anti-inmunoglobulina humana, obtenido en conejo, cabra o cobayo, dirigido contra las fracciones constantes (Fc) de las inmunoglobulinas IgG, IgA y/o IgM. Este anticuerpo anti-inmunoglobulina humano está conjugado o acoplado a un fluoróforo, generalmente isotiocianato de fluoresceína (FITC). Las improntas utilizadas en el ensayo, una vez finalizada la técnica de IFI, se observan en un microscopio de epifluorescencia (Hernández Ramírez y Cabiedes, 2010). Sin embargo, para poder desempeñarnos de una forma más completa en el ejercicio profesional, es relevante el manejo de los datos clínicos, lo que implica interacción activa con el equipo de salud.