Algunos rasgos de una teología
En orden a describir mi propia estructura mental y sus límites, puedo decir que el estilo de mi pensamiento es marcadamente sintético. Investigo procurando llegar pronto al núcleo de cada cuestión, descartando rápidamente lo que me parezca irrelevante o marginal. Cuando escribo, evito las introd...
Guardado en:
Autor principal: | |
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Formato: | Parte de libro |
Lenguaje: | Español |
Publicado: |
Universidad Católica de Córdoba
2019
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Materias: | |
Acceso en línea: | https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/7740 |
Aporte de: |
Sumario: | En orden a describir mi propia estructura mental y sus límites, puedo
decir que el estilo de mi pensamiento es marcadamente sintético. Investigo
procurando llegar pronto al núcleo de cada cuestión, descartando
rápidamente lo que me parezca irrelevante o marginal. Cuando escribo,
evito las introducciones, historias y desarrollos del estado de la cuestión
que a mi juicio no ofrezcan nada verdaderamente útil para la comprensión
del tema. Al mismo tiempo, siempre me apremia una preocupación
existencial y pastoral. Voy buscando lo que pueda servirme a mí y a los
demás para encontrarle sentido al mundo y a la vida, para resolver algún
problema, y en definitiva para vivir mejor. Quizás esta sea una característica
de muchas personas "de tierra adentro". Para ser sincero, tiendo a
pensar que aquello que no ayuda a amar, a gozar, a mejorar el mundo y la
sociedad, o al menos a encontrarle sentido a lo que uno vive, posiblemente
no sea verdadero o no haya sido adecuadamente planteado. En este
sentido, no suelo pensar ni escribir "gratuitamente". Siempre estoy imaginando
un interlocutor que podría verse beneficiado por mi aporte. Pensando
en el lector cuido el lenguaje, procurando que sea accesible, nítido,
breve y ordenado. Mi experiencia como catequista de niños, la sencillez
de mi madre y la amistad con personas que necesitaban explicaciones
muy claras, me enseñó a adaptar el lenguaje. Me interesa mucho más
expresar con claridad una idea bella, que deslumbrar con la calidad literaria
de un escrito. Eso no me ha impedido producir algunos textos muy
especulativos y bien cuidados. Por ello agradezco mi inserción en la Facultad de Teología de Buenos Aires, donde trabajo hace trece años. El
diálogo con colegas de larga trayectoria teológica me obligó a detenerme
en desarrollos analíticos que muestran que uno no pretende pensar desde
la nada y que es capaz de acoger las riquezas de los otros. Esto me ha
permitido refrenar un poco mi impulso intuitivo y acoger mejor esos laboriosos
procesos que nos van acercando comunitariamente a la verdad.
Por otra parte mi pensamiento se desarrolló en diálogo. Siento que todo
puede ser replanteado a partir de un nuevo contexto, en especial cuando
aparece la interpelación del diferente. Suelo dejar atrás un desarrollo
teológico que alimenté largamente, cuando alguien me hace advertir que
hay algo importante que no está dicho. Entonces acojo el desafío y mi
acento puede desplazarse en una dirección opuesta a la que me había
apasionado hasta el momento. Sin negar lo que dije antes, me preocupo
por encontrar y mostrar otra cara de la verdad. En esta línea, contando
con una buena base bíblica y escolástica, me dejé interpelar por las demás
confesiones cristianas, por el judaísmo, y también por las demás
religiones. Mi diálogo con la filosofía se ha centrado en la hermenéutica;
y puesto que mis preocupaciones son básicamente antropológicas, concentré
mi diálogo con las ciencias en la psicología. Mi interés por la sociedad
y la cultura, si bien ha privilegiado la cultura popular, ha estado
conectado con una inquietud por el fenómeno de la comunicación, y por
expresar la riqueza del Evangelio en un lenguaje accesible al público
posmodemo. |
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