Sumario: | Resumen: El constructo de memoria de trabajo evolucionó a partir de modelos de memoria que
postulaban la existencia de diferentes almacenes a corto plazo como el de Atkinson y
Shiffrin (1968), según el cual el sistema de memoria a corto plazo recibe entradas de
distintos almacenes sensoriales y transfiere información desde y hacia el almacén a largo
plazo.
Posteriormente, Baddeley y Hitch (1974) postularon un modelo multicomponente de
la memoria de trabajo, que consta de un sistema que llamaron ‘ejecutivo central’, que
controla el procesamiento consciente, y de dos subsistemas que almacenan temporalmente
información fonológica y viso-espacial. Se han generado un gran número de modelos desde
la propuesta inicial de Baddeley y Hitch. La mayoría de ellos comparte el enfoque multi
sistema y de almacenes transitorios específicos para distintas modalidades sensoriales.
Quizás, una importante distinción entre los diferentes modelos de memoria de trabajo
radica en cómo explican la implementación del almacenamiento a corto plazo y su relación
con la memoria a largo plazo.
Algunos investigadores afirman que la memoria de trabajo se relaciona con la
capacidad de procesamiento o retención (Baddeley y Logie, 1999; Just y Carpenter, 1992),
mientras que otros señalan que se relaciona con la capacidad para controlar la atención, por
ejemplo, para suprimir información irrelevante para la tarea en curso (Engle, 2002).
Existe consenso científico de que la memoria de trabajo implica el almacenamiento
temporal de información para su utilización en tareas cognitivas complejas que se relaciona
fuertemente con la capacidad de una persona para razonar con información novedosa y
atención directa a la información relevante para el objetivo. Al concebirse como un sistema
cognitivo responsable del mantenimiento temporal y el procesamiento de la información
durante actividades cognitivas complejas, se lo ha relacionado con dificultades de
aprendizaje (Henry y MacLean, 2002; 2003), y con el éxito académico (Alloway y Alloway,
2010). Los avances en el conocimiento sobre la cognición brindan una nueva perspectiva
para comprender los procesos de aprendizaje y las dificultades que pueden surgir en su
adquisición y ejecución.
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