Algunos aspectos de la objeción de conciencia
Introducción: En el libro de Daniel, el relato de lo sucedido a tres jóvenes judíos anos brinda una excelente oportunidad para observar el comportamiento de quienes, con el tiempo, serían llamados "objetores de conciencia". Se nos habla de Anapías, Azarías y Misael que, por no obedecer...
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Publicado: |
Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Derecho
2020
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OBJECION DE CONCIENCIA DESOBEDIENCIA CIVIL JURISPRUDENCIA Corte Suprema de Justicia de la Nación |
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Introducción: En el libro de Daniel, el relato de lo sucedido a tres jóvenes judíos anos
brinda una excelente oportunidad para observar el comportamiento de quienes,
con el tiempo, serían llamados "objetores de conciencia". Se nos habla de Anapías,
Azarías y Misael que, por no obedecer un mandato del Rey Nabucodonosor,
fueron condenados a ser quemados vivos. En efecto, el rey babilónico, luego
de haber mandado hacer una estatua dorada representando su persona, ordenó
a todos sus súbditos arrodillarse frente a ella.
En una ocasión, mientras la estatua era paseada por las calles para que
la gente pudiera adorarla, los tres jóvenes mencionados se mantuvieron de pie,
ante el estupor de la muchedumbre arrodillada. Lo que ocurría era muy sencillo:
los jóvenes sostenían principios religiosos de los que no estaban dispuestos
a abjurar, postrándose ante un ídolo metálico. La consecuencia no se hizo esperar:
¡al fuego! Los muchachos no se resistieron en lo más mínimo a la injusta
condena. Más aún, la soportaron indemnes, cantando a grandes voces. Tanto
es así, que aún hoy se conserva su cántico en algunos devocionarios, bajo el
nombre de "Trium Puerorum".
Durante los primeros siglos de nuestra era, eran frecuentes los conflictos
de conciencia de los primeros cristianos, con las normas seculares que mandaban
rendir culto al emperador. Hubo muchos que objetaron estas órdenes, aunque
sin realizar marchas de protesta ni buscando adrede desobedecerlas imprudentemente.
Sencillamente se limitaron a esperar. Y cuando les llegó el turno
de adorar a quien, no era Dios, se negaron a hacerlo, manifestando así públicamente
lo que hasta ese, momento objetaban en su fuero interno. Confesaron
su fe y pasaron a la historia como mártires, habiéndose dejado quitar la vida
con tal de no transgredir sus más íntimas convicciones, o más bien, por amor
a ellas.
En el siglo dieciséis encontramos un caso típico de objeción de conciencia:
Tomás Moro, patrono de esta facultad. A este hombre excepcional no le interesaba oponerse a su rey, desobedeciendo
sus mandatos. Por el contrario, ante la insistencia de su mujer para que
jurara como súbdito de la nueva Iglesia fundada por Enrique VIII, Tomás Moro
afirmaba que nada lo haría tan feliz como agradar a su rey. Por ello buscó evitar
toda, forma de enfrentamiento con el monarca. Mas, al verse, obligado a realizar
un juramento que consideraba sacrílego, se negó a hacerlo, sufriendo así
las consabidas consecuencias.
Creernos ver en estos casos, claros ejemplos de objeción de conciencia: son
decisiones éticas serias, centradas "en las categorías del bien y del mal, las cuales
el individuo experimenta internamente como obligatorias para sí y creadoras
de deberes, de tal manera que él no podría actuar contra ellas sin un serio
perjuicio a sus principios de moralidad" 1. Esta última observación es impartante,
puesto que debe tenerse en cuenta que el objetor, en los ejemplos enumerados,
se encuentra ante una disyuntiva que no ofrece una escapatoria intermedia,
si se quiere, más suavizada: o cumple la orden y por tanto peca gravemente;
o la incumple, sabiendo que esto le acarreará males terribles para su persona,
incluso la muerte. |
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