(Sin)sentidos de la violencia en el arte contemporáneo. Una indagación desde la teoría mimética.

La ponencia explica la inusitada presencia de la violencia en las artes contemporáneas apelando a la teoría mimética de Girard. Para él la cultura, siendo la religión su expresión más antigua, funciona como sistema de contención de la violencia en sí violento, al montarse sobre una lógica de diferen...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Juan Manuel Díaz Leguizamón; Universidad El Bosque Universidad Javeriana
Formato: Trabajo revisado (Peer-reviewed)
Lenguaje:Español
Publicado: II Jornadas Internacionales "Cuerpo y violencia en la literatura y las artes visuales contemporáneas" 2017
Materias:
Acceso en línea:http://eventosacademicos.filo.uba.ar/index.php/cuerpoyviolencia/2017/paper/view/849
https://repositoriouba.sisbi.uba.ar/gsdl/cgi-bin/library.cgi?a=d&c=cuerpo&d=849_oai
Aporte de:
Descripción
Sumario:La ponencia explica la inusitada presencia de la violencia en las artes contemporáneas apelando a la teoría mimética de Girard. Para él la cultura, siendo la religión su expresión más antigua, funciona como sistema de contención de la violencia en sí violento, al montarse sobre una lógica de diferenciación sacrificial originada en el asesinato de una víctima propiciatoria. Ésta sirve de chivo expiatorio, hace catarsis de la violencia de todos contra todos, reconduciéndola contra uno solo. El cristianismo revela la inocencia de las víctimas denunciando la arbitrariedad de los mecanismos sacrificiales, con el peligroso efecto de impedirles seguir conteniendo la violencia. La desacralización conduce a la modernidad secular, ahora impotente para frenar el desencadenamiento de la violencia. La liberación de la violencia lleva a las artes hoy a tratar de reencauzarla: 1- imitando sus impulsos destructivos, con una normalización, banalización y estetización de la destructividad que la hace objeto de goce y consumo; 2- procurando resistirla, contenerla y expiarla dándole un sentido nuevo, en un momento en que ni la religión ni la política parecen capacitadas para ello. La obsesiva presencia de la violencia en las artes contemporáneas revela una relación clave con el fenómeno ético-político de la creciente preocupación por las víctimas.