Una conversa situada. La vida impropia Anonimato y singularidad de Florencia Garramuño

Leo La vida impropia. Mientras, escribo y viajo a otra escena. Allí, en ese tránsito, descubro a un personaje joven contemplando una pintura como si ella le narrara su propia vida. Se trata de un pasaje de la novela de Virgilio Piñera, La carne de Rene, escrita en la Buenos Aires de los años 50, que...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Calomarde, Nancy
Formato: Artículo revista
Lenguaje:Español
Publicado: Facultad de Filosofía y Humanidades 2025
Materias:
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Acceso en línea:https://revistas.unc.edu.ar/index.php/recial/article/view/48988
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Descripción
Sumario:Leo La vida impropia. Mientras, escribo y viajo a otra escena. Allí, en ese tránsito, descubro a un personaje joven contemplando una pintura como si ella le narrara su propia vida. Se trata de un pasaje de la novela de Virgilio Piñera, La carne de Rene, escrita en la Buenos Aires de los años 50, que es, sin embargo, en muchos aspectos tan contemporánea. En la ficción, la imagen plástica que Rene observa, es reescrita, transformada por él mientras oye el relato de su padre intentando iniciarlo en el conocimiento de “sí mismo”. La pintura en cuestión es, según el narrador, una copia a pedido, del martirio de San Sebastian, una versión hecha para la pedagogía del self y extraida del abigarrado archivo plástico occidental que reinventó infinitas veces como emblema de cuerpos expuestos al devenir material de la tortura, la enfermedad o el placer. Lo fascinante de la novela radica en su desajuste. Frente a un padre esforzado en armar una narrativa- los relatos del yo- apoyada en la lógica de la representación y la identificación, René la transgrede y muestra su ineficacia. Desoye y deslee la escena, mientras introduce “variaciones estéticas” al cuerpo – exhibido: un rostro gozando en el suplicio, un desvío semiótico desde la acción infringida por otro hacia la inmanencia de la autoflagelación, un cuerpo como “un ser ahí- y como en “ser con”, para decirlo con Garramuño, “como si una vida fuera otras vidas”, en la suspensión del nombre propio, y de las propiedades individualizadoras, el cuerpo de este Sebastian-René, en su exhibición, abre un umbral impersonal, para un pensar plástico más allá de la experiencia del sujeto.