¿Estamos dispuestos a renunciar a la igualdad?

Explorar la tensión entre la libertad y la igualdad, tal como fueron ideadas y legadas por la revolución francesa parece ser hoy una tarea tan necesaria como inevitable en el campo de las ciencias sociales. El mandato que dejó aquella revolución no funcionó en la mayoría de las experiencias política...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Quevedo, Luis Alberto
Formato: Artículo
Lenguaje:Español
Materias:
Aporte de:Registro referencial: Solicitar el recurso aquí
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520 |a Explorar la tensión entre la libertad y la igualdad, tal como fueron ideadas y legadas por la revolución francesa parece ser hoy una tarea tan necesaria como inevitable en el campo de las ciencias sociales. El mandato que dejó aquella revolución no funcionó en la mayoría de las experiencias políticas posteriores y durante el siglo XX y las experiencias políticas posteriores y durante el siglo XX y las naciones trataron de apaciguar los conflictos gestionando la igualdad, a través de las distintas experiencias del Estado de Bienestar. Pero en el siglo XXI estos conceptos entran en crisis por la tensión entre los intereses de los desposeídos frente al de los poderosos hasta volverlos irreconciliables: la dinámica del capitalismo -dominado por el capital financiero- entra en colisión con ciertas políticas sociales basadas en principios de equidad que introduce este modelo de Estado de Bienestar. En un informe del año 2016 de la UNESCO, la desigualdad vuelve a ponerse en agenda, ya que poner en peligro la sostenibilidad de las sociedades. Se desarrolla siete dimensiones de la desigualdad y se las pone en contexto para explicar su crecimiento. Por esto la agenda de las Naciones Unidas adopta los objetivos para el desarrollo sostenible, cuya finalidad específica es "reducir la desigualdad en y entre los países", teniendo en cuenta las particularidades de cada caso. Algunos de estos temas tienen que ver con la agenda política y económica que está hoy presente en la Argentina. Luego de la elección de un nuevo gobierno en el 2015, ya no aparecen políticas de redistribución del ingreso que no estén ligadas a la teoría del derrame -hecho negado en el informe de la UNESCO-. Entonces vuelve el interrogante por los principios que inspiran a las políticas públicas y la pregunta por la aceptación de la sociedad de un modelo donde la desigualdad se acentúa. El marketing político toma un lugar central en la constitución de un nuevo poder y un nuevo modelo comunicacional y, al mismo tiempo, se produce un corrimiento del debate económico al cultural, para solidificar un pacto ideológico que rechace el regreso de cualquier pasado populista. Se desmantelan así los principios rectores de la tradición liberal y revolucionaria, vivimos en una posdemocracia, donde se instala la desigualdad como un valor natural o, al menos, como un principio deseable para nuestras sociedades. 
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