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|a Dos desequilibrios se entrelazan en la economía mexicana: la incompleta modernización institucional y productiva y el desajuste externo con la siguiente incapacidad de servir la deuda externa. En un marco de apertura, la combinación de ambos era propicia para episodios de fuerte depreciación, como el ocurrido. El éxito del ajuste dependerá de la marcha de la reconversión y expansión productivas. En el artículo se analizan las líneas generales del Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000 y las políticas que se han aplicado para hacerlas realidad, mostrando que se está ante un claroscuro de avances y problemas. Entre los primeros se destaca la recuperación de algunos equilibrios macroeconómicos, el incremento de las exportaciones, una política monetaria restrictiva, la recuperación de la Bolsa y un impulso reactivor que evita resquebrajar la disciplina fiscal y monetaria. Los problemas incluyen, entre otros, la peor depresión del último medio siglo, con la consiguiente caída de la inversión y el ahorro; el debilitamiento del sistema financiero, la duplicación del desempleo abierto y la disminución de los salarios reales. Por último --y después de considerar diversos factores sociopolíticos en el análisis--, se concluye que el Plan Nacional de Desarrollo reponde a una visión apropiada de largo plazo, pero que sus amarres vertebradores con las políticas de ajuste de corto plazo son imperfectos y postergan su instrumentación a la solución previa y recesiva del proceso postdevaluatorio. Quizás la principal debilidad de la estrategia elegida sea la adopción de fórmulas de acción secuencial. Lo que se requiere es idear fórmulas integradoras que asuman la complejidad de la modernización económica.
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