Inflación, el impuesto encubierto

Provincias desfinanciadas, multiplicación de conflictos gremiales, reclamo por la no adecuación del mínimo no imponible y un inédito amotinamiento de las fuerzas de seguridad por cuestiones salariales son algunas de las consecuencias de la alta inflación que padece la economía. Es que la...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Beker, Víctor A.
Formato: Artículo
Lenguaje:Español
Publicado: Universidad de Belgrano . Centro de Estudios de la Nueva Economia 2012
Materias:
Acceso en línea:http://repositorio.ub.edu.ar/handle/123456789/1223
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Sumario:Provincias desfinanciadas, multiplicación de conflictos gremiales, reclamo por la no adecuación del mínimo no imponible y un inédito amotinamiento de las fuerzas de seguridad por cuestiones salariales son algunas de las consecuencias de la alta inflación que padece la economía. Es que la decisión adoptada en enero de 2007 de manipular de ahí en más las estadísticas de precios no fue un acto aislado. Respondía a una decisión estratégica: utilizar en forma creciente el impuesto inflacionario para el financiamiento del fisco sin afrontar el costo de que la población conozca su verdadera magnitud. Mientras el aumento de impuestos explícitos genera resistencias en el público afectado, el impuesto inflacionario no es percibido como tal por la población que no lo atribuye al verdadero causante sino a otros agentes económicos (los formadores de precios, los sindicatos, etc.). El aumento del gasto público es popular ya que siempre hay un sector de la población que resulta beneficiado directamente por el mismo y su financiamiento mediante el impuesto inflacionario permite eludir los costos políticos de un aumento impositivo. Para estimar la magnitud del impuesto inflacionario debe multiplicarse su tasa (la tasa de inflación) por la base (la cantidad de dinero en circulación). Es decir, el impuesto es la pérdida de valor que sufre cada peso por unidad de tiempo (por ejemplo, en un año). Si se toma una tasa de inflación anual del 25% y una base monetaria de 260.000 millones de pesos, el total recaudado en un año en tal concepto sería de 65.000 millones de pesos. Pero esta es una estimación de mínima; si, en cambio, se toma como cantidad de dinero el total de lo que se denomina M1, esto es el circulante en poder del público más los depósitos en cuenta corriente –313.000 millones–, el impuesto inflacionario asciende a 78.000 millones. En ambos casos no estamos computando el crecimiento de la oferta monetaria que se producirá a lo largo de los 12 meses y que aumentará la magnitud del impuesto. También se supone una tasa de inflación que permanezca constante.