La Argentina en su laberinto

Los países, contra lo que pronostican los modernos aprendices de Cassandra, rara vez desaparecen. La muerte no es, pues, un mal del que deban precaverse. En términos generales, las naciones sobreviven a sus crisis y alargan su existencia sin solución de continuidad. El problema, en todo caso, e...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Massot, Vicente Gonzalo
Formato: Artículo
Lenguaje:Español
Publicado: Universidad Católica Argentina. Facultad de Ciencias Sociales y Económicas 2020
Materias:
Acceso en línea:https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/9929
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Descripción
Sumario:Los países, contra lo que pronostican los modernos aprendices de Cassandra, rara vez desaparecen. La muerte no es, pues, un mal del que deban precaverse. En términos generales, las naciones sobreviven a sus crisis y alargan su existencia sin solución de continuidad. El problema, en todo caso, es cómo lo hacen. Porque si no mueren –salvo excepcionalmente–, sí pueden desfallecer, perder sus fuerzas y terminar siendo presa de una decadencia aguda. La Argentina fue en distintos momentos de su historia un país asistido, si no de todos al menos de buena parte de los atributos requeridos para destacarse como actor y no como mero espectador en el concierto internacional. Baste recordar la sentencia de sir John Foster Fraser (“The Amazing Argentine”) reputando a nuestro país, por lo fabuloso de su crecimiento, como una de las maravillas del mundo; la opinión de Anatole France, en 1909, comparando los comienzos de la Argentina del siglo XX con lo que habían sido los Estados Unidos a principios del XIX y, finalmente, el vaticinio de Teodoro Roosvelt, en la primera década del pasado siglo respecto de las chances que tenía nuestro país de ser semejante a Norteamérica en los próximos 50 años...