El hombre como ser encarnado y la “filosofía concreta” de Gabriel Marcel

Resumen: La filosofía contemporánea ha vuelto a poner bajo consideración la importancia del sujeto humano frente al apogeo del idealismo de fines del s. XIX. Entre los autores del siglo pasado que más han marcado esta necesidad de volver al existente concreto, se encuentra en un lugar privilegiad...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Grassi, Martín
Otros Autores: Ralón de Walton, Graciela
Formato: Tesis de grado
Lenguaje:Español
Español
Publicado: 2019
Materias:
SER
Acceso en línea:https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/233
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Descripción
Sumario:Resumen: La filosofía contemporánea ha vuelto a poner bajo consideración la importancia del sujeto humano frente al apogeo del idealismo de fines del s. XIX. Entre los autores del siglo pasado que más han marcado esta necesidad de volver al existente concreto, se encuentra en un lugar privilegiado la figura de Gabriel Marcel, músico, dramaturgo y filósofo francés. Sus investigaciones han seguido derroteros próximos a los de Sören Kierkegaard, así como también a los de Karl Jaspers. Ha encontrado en el idealismo hegeliano americano de Francis Herbert Bradley, Ernest Hocking y Josiah Royce intuiciones capitales. A su vez, ha tenido importantes puntos de contacto con la fenomenología, sin ser él mismo un discípulo de Edmund Husserl. Su diálogo y simpatía con la corriente personalista francesa es también clara, sobre todo respecto de la Philosophie de l’esprit de sus colegas Louis Lavelle y René Le Senne. A su vez, también reconoce una cercanía con las reflexiones de Maurice Blondel, y considera a Henri Bergson como su gran maestro. Acérrimo enemigo del “espíritu de abstracción”, Marcel pretende volver a la vida en lo que ella tiene de original y valioso, y a partir de ella elevarse a la zona metafísica, al misterio del Ser (mystère de l’Être). Esta vuelta al hombre como existente y protagonista de su historia –es importante aquí señalar el papel privilegiado que Marcel adjudica al teatro- hace enfocar su mirada sobre la condición encarnada del hombre, es decir, sobre el dato ineludible de ser encarnado (être incarné), dato que señala nuestro ser en el mundo (être au monde), y en el que se apoya cualquier otro acto humano. La encarnación, así, constituye “el punto central de la reflexión metafísica” (repère central de la réflexion métaphysique), y representa la piedra angular sobre la cual habrá de constituirse la filosofía concreta (philosophie concrète), que no es sino la auténtica filosofía.