Verdad y religión

"Todo hombre naturalmente, desea saber", observó Aristóteles'. Y puntualizó: «Saber es conocer las causas»2. Es fácilmente comprobable que el asombro, como señaló el Filósofo, despertado por hechos insólitos o que trascienden el vuelo de la razón humana lleva a cualquiera a reflexi...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Ponferrada, Gustavo Eloy
Formato: Artículo
Lenguaje:Español
Publicado: Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras 2021
Materias:
Acceso en línea:https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/12663
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Sumario:"Todo hombre naturalmente, desea saber", observó Aristóteles'. Y puntualizó: «Saber es conocer las causas»2. Es fácilmente comprobable que el asombro, como señaló el Filósofo, despertado por hechos insólitos o que trascienden el vuelo de la razón humana lleva a cualquiera a reflexionar. Nos interesa saber el por qué de ese evento que provocó nuestro asombro. En otros términos queremos conocer la verdad, la explicación del hecho. Es que la mente humana está hecha para la verdad. Santo Tomás extiende ese deseo natural hasta el fin: «La verdad es el fin último del universo»3, es decir la razón humana tiende hacia Dios. La curiosidad natural que cotidianamente se manifiesta en averiguar la explicación de hechos intrascendentes conduce a muchos a ámbitos más elevados y complejos: se encamina hacia el fin último de todas las cosas que es Dios mismo. Santo Tomás señala que este proceso lógico, que aparece como una exigencia natural, no ha sido seguido, como es obvio, sino por muy pocos. Y explica por qué. Se trata de «una diligente investigación» que la gran mayoría no puede realizar por múltiples motivos. Uno de ellos es la «mala complexión» (física o psíquica) que indispone naturalmente para el saber. Otra causa es el estar impedido por el cuidado de los bienes familiares: es preciso que haya quienes se dediquen a administrar bienes temporales y no pueden dedicar el tiempo necesario para la investigación intelectual que lleva a Dios...