Cincuenta años

Resumen: Medio siglo atrás, el Seminario Mayor San José de La Plata daba a publicidad el primer fascículo de Sapientia. En él iba depositada una esperanza: que la revista pudiera cumplir la misión de fortalecer y de perfeccionar el espíritu filosófico ya afianzado en una joven generación de estud...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Derisi, Octavio Nicolás
Formato: Artículo
Lenguaje:Español
Publicado: Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras 2022
Materias:
Acceso en línea:https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/14547
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Descripción
Sumario:Resumen: Medio siglo atrás, el Seminario Mayor San José de La Plata daba a publicidad el primer fascículo de Sapientia. En él iba depositada una esperanza: que la revista pudiera cumplir la misión de fortalecer y de perfeccionar el espíritu filosófico ya afianzado en una joven generación de estudiosos que venía ofreciendo frutos auspiciosos, sobre todo gracias a la obra ejemplar de la institución que ha representado, de lejos, el mayor y más fructífero empeño del catolicismo argentino en el campo del saber superior, particularmente en el ámbito propio de la filosofía, esto es, los añorados Cursos de Cultura Católica de Buenos Aires. La concepción Sapientia estuvo inspirada en la necesidad de testimoniar nuestra adhesión a los principios y a la doctrina de Santo Tomás de Aquino, porque quienes hemos emprendido la tarea de editarla abrigábamos la convicción firme del valor eminente y perenne del legado magistral del Doctor Angélico, el cual, además de sus méritos científicos intrínsecos, se nos brindaba como el mejor recurso para iluminar las almas de una humanidad que pocos meses antes acababa de poner fin a una guerra cruel provocada, entre otros motivos, por la ruina evidente de una civilización que había abandonado sus alimentos insustituibles: la fe en el Dios vivo y verdadero y las verdades averiguadas merced al uso riguroso de la razón natural. Hemos creído que con ello no sólo honrábamos la sabiduría recibida de las especulaciones del Doctor Común, sino que, al mismo tiempo, respondíamos con fidelidad al llamado de la Iglesia, pues las cláusulas de la imponente encíclica Aeterni Patris de León XIII resonaban sin cesar en nuestros oídos y, por otro lado, el magisterio de Pío XII, por entonces felizmente reinante, no dejaba de insistir con renovada energía en la necesidad de devolver a las inteligencias el monumento sapiencial de la teología y de la filosofía tomistas.