Sordera infantil y educación. Factores de riesgo psicosociolingüístico

La sordera de nacimiento o antes de los tres años es una de las deficiencias de mayor impacto sobre el pronóstico de inclusión que deba enfrentar un niño, pues lo priva de las experiencias de interacción lingüística que operan sobre la red conceptual de base, en relación estrecha con la adquisición...

Descripción completa

Guardado en:
Detalles Bibliográficos
Autor principal: Alisedo, Graciela
Formato: Artículo
Lenguaje:Español
Publicado: UCES - Editorial de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales 2018
Materias:
Acceso en línea:http://dspace.uces.edu.ar:8180/xmlui/handle/123456789/4510
Aporte de:
Descripción
Sumario:La sordera de nacimiento o antes de los tres años es una de las deficiencias de mayor impacto sobre el pronóstico de inclusión que deba enfrentar un niño, pues lo priva de las experiencias de interacción lingüística que operan sobre la red conceptual de base, en relación estrecha con la adquisición de la lengua materna y lo expone a un progresivo aislamiento psicolingüístico con consecuencias negativas insospechadas para aquellos que no conocen esta realidad. Un fracaso escolar sin precedentes es, hasta hoy, el corolario más evidente de la permanencia aparentemente irreductible de esta barrera. A su vez, la deficiencia auditiva inhabilita a la persona sorda para acceder a la lengua fónica de su entorno en condiciones similares a las de su par oyente. Este niño no puede apropiarse espontáneamente de dicha lengua, aún equipado y con ayuda de un terapeuta. La sordera erige un muro de silencio que, dado su carácter de deficiencia, solo admite paliativos, a menudo poco eficaces y nunca definitivos. Desde el punto de vista de su conexión con el ámbito que lo rodea el niño sordo no habla la lengua de sus padres y éstos no hablan una lengua accesible para él. La consecuencia de ello es un caso de incompatibilidad lingüística, respecto del desarrollo estándar de la lengua materna. Desde el punto de vista del equilibrio afectivo e intelectual del grupo es preciso analizar las posibles consecuencias de esta situación y prever el peligro de un eventual statu quo, secuela del desconocimiento de los padres y de la intervención tardía y desmañada de un sistema educativo que no puede resolver el dilema. Consecuentemente, en lo que concierne a la sordera como deficiencia periférica que no compromete el sistema nervioso central y no afecta por ende el potencial neurocognitivo, el niño sordo porta no obstante un impedimento bien definido para la lengua oral o fónica. Dicho impedimento marca la diferencia. El rechazo sistemático al uso de la Lengua de Señas, evitó, históricamente, paliar esta diferencia.