Intelecto y prudencia. De la episteme a la política en la teoría de Christine de Pizan

Christine de Pizan da vida a su gobernante ideal a partir de la tradición medieval del aristotelismo político y su noción de lo “arquitectónico”. Construido a modo de una arquitectura viviente de ciencias, el rey sabio aparece dominando la paleta de saberes, que va desde la episteme hasta los conoci...

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Autor principal: Rodriguez, Juliana Eva
Formato: Artículo revista
Lenguaje:Español
Publicado: Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires 2021
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Acceso en línea:http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/petm/article/view/10470
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Sumario:Christine de Pizan da vida a su gobernante ideal a partir de la tradición medieval del aristotelismo político y su noción de lo “arquitectónico”. Construido a modo de una arquitectura viviente de ciencias, el rey sabio aparece dominando la paleta de saberes, que va desde la episteme hasta los conocimientos más prácticos. Teoría y práctica se encuentran, así, en la base de su construcción de lo político. Pero ¿en qué medida la autora se consagra a brindar una explicación del pasaje de las ciencias, sobre todo, aquel que va de las especulativas al registro práctico de la ciencia política? Si el rey se distingue por ser un sabio al tiempo que un experto en las diversas ciencias (filosofía-teología, astrología, gramática, dialéctica, retórica, música, geometría, astronomía, aritmética y arquitectura), cabe preguntarse si acaso la autora teoriza sobre dicho pasaje de lo teórico a lo práctico que constituye la esencia de su pensamiento. ¿Cuál es el canal para volcar la episteme al servicio del Estado? Al respecto, sostengo la hipótesis de que tanto la prudencia como el entendimiento o intelecto parecen ser los dos componentes de la sabiduría perfecta que la escritora aúna en una perfecta díada; operación, esta, que le permite explicar el pasaje de todas las ciencias al plano de lo contingente. ¿Acaso no es, gracias a esta operación, que el rey sabio de Christine de Pizan aparece como el intelecto supremo de la comunidad política, encarnada en el reino de Francia? ¿No son las ciencias, de este modo, redituables en servicio del Estado?