Manejo de suelos en cultivos intensivos

En el manejo del suelo en cultivos intensivos se aplican diversas técnicas en función de variados factores, las cuales pueden afectar la calidad física, química y biológica del mismo. Por un lado esto depende de la intensidad del sistema productivo, que puede ir desde rotaciones más cortas que las h...

Descripción completa

Guardado en:
Detalles Bibliográficos
Autores principales: Andreau, Ricardo Hipólito, Balcazar, Luis F., Echeverría, Hernán E., Lipinski, Victor, Vázquez, Mabel Elena
Formato: Libro Capitulo de libro
Lenguaje:Español
Publicado: Asociación Argentina de la Ciencia del Suelo 2017
Materias:
Acceso en línea:http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/154577
Aporte de:
Descripción
Sumario:En el manejo del suelo en cultivos intensivos se aplican diversas técnicas en función de variados factores, las cuales pueden afectar la calidad física, química y biológica del mismo. Por un lado esto depende de la intensidad del sistema productivo, que puede ir desde rotaciones más cortas que las habituales en cultivos extensivos, a los monocultivos (e.g. cultivo de tomate bajo cubierta). Por otro lado, es difícil hacer generalizaciones debido al amplio rango de especies cultivadas, desde plantas herbáceas hortícolas con ciclos de algunas semanas de duración (e.g. espinaca), hasta frutícolas leñosas con varios años de permanencia en los lotes cultivados. A todo esto se le deben sumar otras variables como el tipo de suelo, el clima y la calidad del agua disponible en el caso de cultivos bajo riego. En general la situación más extrema de degradación se encuentra en los suelos que se cultivan bajo cobertura plástica que, en escasas temporadas, ven deteriorada su estructura a causa del intenso laboreo; se salinizan y alcalinizan como consecuencia de la sobrefertilización y el riego con aguas salinas y/o bicarbonatadas sódicas. El proceso se agrava debido a que no contemplan los requerimientos de lixiviación o por velocidades de infiltración muy bajas que anulan la percolación profunda natural. La disminución de los niveles de materia orgánica como consecuencia del incremento de la velocidad de su mineralización por el laboreo frecuente, y por último, el vacío biológico producido por el uso de agroquímicos fumigantes de amplio espectro que alteran el equilibrio ecológico, son las principales consecuencias sobre el suelo en este tipo de producción. En estos ambientes, la degradación se intenta morigerar a través de técnicas de laboreo como el subsolado, que incrementa la lixiviación y el alomado, que junto al aporte de materia orgánica con alto contenido de lignina, permiten mejorar la infiltración, el agua útil y la concentración de oxígeno en el suelo. Para contrarrestar la sodificación se aplican enmiendas cálcicas que, al mantener el estado de floculación del complejo arcillo-húmico, favorecen la estructura, confiriendo friabilidad a los suelos arcillosos y agregación a los arenosos. Por otro lado, el empleo de este tipo de enmiendas estimula la actividad biológica debido a que el calcio también es un elemento esencial para los microorganismos benéficos. En casos extremos de alcalinización y sodificación se instalan drenajes artificiales y se realiza un lavado de los suelos mediante la aplicación de abundantes láminas de riego. En el caso del cultivo de papa en el SE bonaerense, como ejemplo de otra situación de cultivo intensivo, el tipo y frecuencia de las labranzas empleadas, las numerosas fumigaciones, la intensa aplicación de fertilizantes y pesticidas, el laboreo a favor de la pendiente que favorece el proceso de erosión hídrica, sumado a la baja calidad del agua de riego, describen una situación que deriva en un impacto ambiental sumamente desfavorable. En estas situaciones, con el fin de evitar la erosión hídrica se aconseja escoger lotes sin pendiente o con pendientes menores al 1% orientando los surcos en sentido contrario a la pendiente (máximo 4-5%). Se deben disminuir las labranzas, aplicar agroquímicos de acuerdo al resultado de monitoreos, así como fertilizantes, previo diagnóstico edáfico y/o foliar. En los cultivos intensivos cuyanos las prácticas habituales son la rotación con abonos verdes compuestos por leguminosas y gramíneas que se incorporan cuando estas últimas emiten la espiga floral, la realización de verdeos invernales y la incorporación de guanos en dosis de 5 a 20 t ha-1 que mejoran las condiciones físicas del suelo como la aireación y la retención de agua, además de aportar nutrientes.