La transformación de la envidia durante la modernidad.

Considerando las enseñanzas de Lacan y Girard, sabemos que la mayor parte de las acciones que llevamos a cabo se originan por un mimetismo, es decir, por imitación a lo que otro u otros sujetos realizan. Sin embargo, que el deseo sea primordialmente mimético, no implica que los hombres somos envidio...

Descripción completa

Guardado en:
Detalles Bibliográficos
Autor principal: MÁRQUEZ MUÑOZ, Jorge Federico
Formato: Artículo publishedVersion Artículo revisado por pares
Lenguaje:Español
Publicado: Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM 2013
Materias:
Acceso en línea:http://www.revistas.unam.mx/index.php/rep/article/view/37142
http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/cgi-bin/library.cgi?a=d&c=mx/mx-047&d=article37142oai
Aporte de:
Descripción
Sumario:Considerando las enseñanzas de Lacan y Girard, sabemos que la mayor parte de las acciones que llevamos a cabo se originan por un mimetismo, es decir, por imitación a lo que otro u otros sujetos realizan. Sin embargo, que el deseo sea primordialmente mimético, no implica que los hombres somos envidiosos por naturaleza. Pues aunque muchas veces se identifica deseo mimético con envidia. Confundir ambos términos no es un error inocente, sino es una coartada ideológica de un sistema que necesita hombres que compitan trabajando y consumiendo. Dicha confusión está estrechamente vinculada con el estatus que la modernidad le ha dado a la envidia: no sólo la ha tolerado -como ningún pueblo en el pasado lo hizo- sino que además la considera un bien para el progreso de la humanidad.