Las cuatro dimensiones del despertar

A partir de la definición de los registros de lo imaginario y de lo real que es dada en 1974 por Lacan, podemos establecer una articulación bastante simple —según el “ideal de simplicidad”[1] que él aspiraba para su enseñanza— y precisa: lo imaginario es simplemente el sentido; y lo...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Coutinho Jorge, Marco Antonio; Universidad del Estado de Rio de Janeiro
Formato: Artículo publishedVersion
Lenguaje:Español
Publicado: Departamento de Psicoanálisis/ Universidad de Antioquia 2011
Acceso en línea:http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/affectiosocietatis/article/view/10810
http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/cgi-bin/library.cgi?a=d&c=co/co-058&d=article10810oai
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Descripción
Sumario:A partir de la definición de los registros de lo imaginario y de lo real que es dada en 1974 por Lacan, podemos establecer una articulación bastante simple —según el “ideal de simplicidad”[1] que él aspiraba para su enseñanza— y precisa: lo imaginario es simplemente el sentido; y lo real, dice Lacan, es “el envés de lo imaginario”, es el no sentido, el sentido en blanco, el sentido ausente. En el texto “Nomina non sunt consequentia rerum”, Lacan precisa a ese respecto que: “Hay una cosa que, de todas formas, es cierta, si es que alguna cosa pueda serlo, es que la idea misma de real comporta la exclusión de todo sentido. No es si no en la medida en que lo real es vacío de sentido que nosotros podemos aprehenderlo un poco […]”.[2][1] Jacques Lacan, El Seminario, libro 10: La angustia, Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 2005, pág. 30.[2] Jacques Lacan, “Nomina non sunt consequentia rerum”, en Ornicar? 16, pág. 12.