El virus es el mensaje

Seguimos con esta serie de textos escritos por algunos colegas “al pie del cañón” (nunca mejor dicho, en estos días la metáfora bélica inunda nuestras pantallas), en plena fase de cuarentena global. Hoy es el turno de Sandra Valdettaro, profesora de la Universidad Nacional de Rosario, donde dirige...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Valdettaro, Sandra
Formato: article artículo publishedVersion
Lenguaje:Español
Publicado: Hipermediaciones 2020
Materias:
Acceso en línea:http://hdl.handle.net/2133/17944
http://hdl.handle.net/2133/17944
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Descripción
Sumario:Seguimos con esta serie de textos escritos por algunos colegas “al pie del cañón” (nunca mejor dicho, en estos días la metáfora bélica inunda nuestras pantallas), en plena fase de cuarentena global. Hoy es el turno de Sandra Valdettaro, profesora de la Universidad Nacional de Rosario, donde dirige la Maestría en Estudios Culturales y el Centro de Investigaciones en Mediatizaciones. Una nueva experiencia se instaló en los modos de vida a nivel global. La pandemia actual del COVID-19, colocó, de repente, a la humanidad, en esa frontera siempre inestable entre naturaleza, biología y cultura que nuestro inocente imaginario cientificista suponía controlada. A pesar de la profusión de diagnósticos de todo tipo que desde hace décadas vienen anunciando la inminencia de la catástrofe, la humanidad quedó, sin embargo, en un estado de estupefacción y con un sentimiento de imprevisibilidad y suspensión del sentido común, esto es, de suspensión de ese simulacro de naturalización de la existencia de la realidad que la fenomenología plantea como necesario para el desarrollo y mantenimiento de la vida social. Más que la invisibilidad y la atribución de letalidad y contagio del virus, lo que perfora, de manera radical, nuestra existencia, es la erosión de la confianza en nuestra propia capacidad, en tanto especie, de conservar la vida. Se ve que no bastaron, para nuestros propios recursos adaptativos, ni las lecturas atentas de Virilio, de Beck, de Luhmann, entre otros, ni nuestros imaginarios formateados en la literatura y el cine distópicos de ciencia ficción; no bastaron, parece, todos los productos de la cultura mediática que década tras década intentaron prepararnos.