Sobre Años de aprendizaje. Subjetividad adolescente, literatura y formación en la Argentina de los sesenta de Paola Piacenza. Buenos Aires: Miño y Dávila Editores, 2017, pp.509
En el comienzo de “El otro cielo”, de Julio Cortázar, el narrador define los pasajes (la Galería Güemes, en Buenos Aires; la Galerie Vivienne, en París) como su “patria secreta”. Esa marca es decisiva. Porque los pasajes, como tales, son ni más ni menos que eso: pasajes; no son sitios donde esta...
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      | Autor principal: | |
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| Formato: | article artículo publishedVersion | 
| Lenguaje: | Español | 
| Publicado: | Escuela de Letras. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario    
    
      2019 | 
| Materias: | |
| Acceso en línea: | http://hdl.handle.net/2133/14588 http://hdl.handle.net/2133/14588 | 
| Aporte de: | 
| Sumario: | En el comienzo de “El otro cielo”, de Julio Cortázar, el
narrador define los pasajes (la Galería Güemes, en Buenos
Aires; la Galerie Vivienne, en París) como su “patria secreta”.
Esa marca es decisiva. Porque los pasajes, como tales, son ni
más ni menos que eso: pasajes; no son sitios donde estar, sino
conductos por donde pasar (por donde pasar,
significativamente, de Buenos Aires a París). Se constituyen,
por definición, en el tránsito y en la transitoriedad, no en la
ubicación, no en la permanencia. Asignarles, por ende, ese
carácter, el carácter de “patria”, no implica sino inscribir una
pertenencia y una identidad en eso que, por pasajero,
justamente, por ser lo que lleva de un lado al otro sin ser un
lado ni el otro, parece destinado a refractar cualquier
sentimiento de pertenencia, cualquier efecto de identidad.
Llamarles “patria” a los pasajes, entonces, como lo hace el
narrador de Cortázar en “El otro cielo”, podría entenderse
como un intento de conquistarlos buenamente para la lógica de
la territorialidad; o bien, tanto mejor, podría interpretarse
como un intento (y como tal, perfectamente logrado) de
reconocer que hay un tipo de pertenencia y un tipo de
identidad que admiten inscribirse en la transición, en lo
transitorio, en lo provisorio, en lo pasajero, en lo inestable, en
los pasajes. “El otro cielo” y Julio Cortázar, texto y autor,
tienen mucho que ver, tanto uno como el otro, con el período
de la adolescencia. El cuento, porque “el despertar del sexo” 
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(cito a Walter Benjamin en Infancia en Berlín) tiene tanto que ver
con ese cielo de las galerías comerciales, la parte alta en la que
esperan las prostitutas, como con esa parte de la vida que
empieza, pubertad mediante, cuando se va terminando la
infancia. Y Cortázar, porque su literatura, que abunda en
escenas de adolescencia, parece funcionar en especial, aunque
no exclusivamente, en escenas (de lectura) de la adolescencia. | 
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