Filiaciones, huellas literarias, reescrituras: cinco novelas ecuatorianas.

El artículo estudia un conjunto de novelas ecuatorianas –publicadas en el curso del nuevo siglo–, que explícitamente evidencian, y problematizan, el diálogo con su propia tradición narrativa. Sus autores recurren a estrategias de apropiaciones, reescrituras, hurtos y “correcciones”, en un jueg...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Ortega Caciedo, Alicia
Formato: article artículo publishedVersion
Lenguaje:Español
Publicado: Escuela de Letras. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario 2018
Materias:
Acceso en línea:http://hdl.handle.net/2133/12360
http://hdl.handle.net/2133/12360
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Descripción
Sumario:El artículo estudia un conjunto de novelas ecuatorianas –publicadas en el curso del nuevo siglo–, que explícitamente evidencian, y problematizan, el diálogo con su propia tradición narrativa. Sus autores recurren a estrategias de apropiaciones, reescrituras, hurtos y “correcciones”, en un juego de amplias resonancias intertextuales y metaliterarias. El corpus de estudio lo conforman cinco novelas: El pinar de Segismundo (2008), de Eliécer Cárdenas; Oscurana (2011), de Luis Carlos Mussó; Memorias de Andrés Chiliquinga (2013), de Carlos Arcos; Tatuaje de náufragos (2008), de Jorge Velasco Mackenzie, La desfiguración Silva (2014), de Mónica Ojeda. Las novelas mencionadas se construyen alrededor de una red de relaciones y referencias a otros textos, en donde la literatura misma deviene archivo y fuente de nuevas escrituras. Interesa pensar la construcción de una línea de filiaciones y genealogías literarias, la memoria afectiva como detonante de un deseo de escritura, la presencia del nombre propio como disparador de sentidos, la producción de pensamiento y debates desde la imaginación literaria, la aparición de escritores y personajes en calidad de fantasmas que interpelan al escritor contemporáneo en calidad de heredero de una tradición. Los autores de las novelas discutidas son, ante todo, lectores de una tradición narrativa: escriben desde una biblioteca compartida, y desde una particular relación afectiva con personajes, libros y escritores que habitan la memoria literaria. Interesa leer la novelística contemporánea como escenificación de un legado, así como un ejercicio de rememoración, reescrituras y trabajo en comunidad.