La construcción con ladrillo asentado en barro. El caso de la ciudad de Rosario

Al estudiar la fábrica de tierra romana de Tomas Fuhr en Remanso Valerio (1873-78) atribuimos su fracaso a los intereses asociados al cemento importado. La observación reiterada de las numerosas demoliciones realizadas en los últimos años en el centro de Rosario (y en otras localidades como Venad...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Pifferetti, Adrián A.
Formato: article artículo publishedVersion
Lenguaje:Español
Publicado: Centro de Estudios de Arqueología Histórica. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario 2019
Materias:
Acceso en línea:http://hdl.handle.net/2133/14965
http://hdl.handle.net/2133/14965
http://suquia.ffyh.unc.edu.ar/handle/2133/14965
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Descripción
Sumario:Al estudiar la fábrica de tierra romana de Tomas Fuhr en Remanso Valerio (1873-78) atribuimos su fracaso a los intereses asociados al cemento importado. La observación reiterada de las numerosas demoliciones realizadas en los últimos años en el centro de Rosario (y en otras localidades como Venado Tuerto y Lujan) nos han llevado a concluir que el fracaso de este y otros intentos como el de la Primera Argentina de Bialet Massé se debió no sólo a la competencia del cemento europeo sino también a la falta de una práctica concreta de construcción con argamasas o mezclas cementicias fuera de la obra pública y la religiosa. La experiencia de la ciudad de Rosario que creció prácticamente después de Caseros y que no nos ha dejado muestras de construcción en adobe, nos ha llevado a concluir que el mortero de barro para asentar ladrillos cocidos era de uso generalizado a fines del siglo XIX e incluso a comienzos del XX, subsistiendo, al menos en la confección de medianeras, paredes no portantes y tapiales y en la construcción suburbana, hasta la segunda o tercer década del mismo, al punto de ser considerada en los primeros Reglamentos de Edificación desde 1890.