El país de las últimas cosas de Paul Auster: Viajar a una ciudad distópica

En El país de las últimas cosas (1987), Paul Auster construye una sociedad futura donde no existe el bienestar de los ciudadanos sino todo lo contrario: las personas luchan por sobrevivir en un entorno violento y hostil. Es por ello que no se trata de una comunidad ideal, como si sucede en las utopí...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Albarracín, Florencia Ana
Formato: Artículo revista
Lenguaje:Español
Publicado: Facultad de Filosofía y Humanidades. Secretaría de Investigación, Ciencia y Técnica. Secretaría Académica 2018
Materias:
Acceso en línea:https://revistas.unc.edu.ar/index.php/sintesis/article/view/34807
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Descripción
Sumario:En El país de las últimas cosas (1987), Paul Auster construye una sociedad futura donde no existe el bienestar de los ciudadanos sino todo lo contrario: las personas luchan por sobrevivir en un entorno violento y hostil. Es por ello que no se trata de una comunidad ideal, como si sucede en las utopías, sino de su antítesis. Así, la obra se permite representar una antiutopía de nuestro tiempo, y se vincula al pensamiento distópico del siglo XX que surge como consecuencia de un desencanto y falta de confianza en el ideal de progreso.Las ficciones distópicas representan realidades alejadas en espacio y tiempo que, a la vez, se vinculan a nuestras sociedades contemporáneas en cuanto son advertencia de lo que podría sucedernos si no se implementan cambios a tiempo para detener las consecuencias nocivas del progreso. De esta manera, aunque no se mencionen fechas, la ciudad de El país de las últimas cosas es una comunidad futura ya que sabemos que el sistema capitalista tal cual lo conocemos ha llegado a su ocaso: la economía está estancada, ya no existe un sistema laboral, colegios y bibliotecas han sido cerrados hace años. En cuanto al espacio, Auster utiliza el tema del viaje, ya que la protagonista debe trasladarse a un país lejano con el fin de encontrar a su hermano. Viaje y distopía, entonces, son conceptos que se relacionan. El viaje, además, adquiere carácter iniciático puesto que la heroína -Anna Blume- debe aprender a sobrevivir en una sociedad hostil, enfrentándose a obstáculos cuya superación le sirve para evolucionar. La distopía permite la representación de ese infierno posmoderno en el cual Anna debe adentrarse con el fin de adquirir experiencias que le permitan madurar.La novela incluye, al comienzo, una cita del cuento “El ferrocarril celestial” (1843), de N. Hawthorne. Así, en la última parte de nuestro trabajo, observamos la intertextualidad existente entre ambas obras partiendo del motivo del viaje, también central en “El ferrocarril celestial”. Consideramos que ambos son relatos alegóricos vinculados a problemáticas de su tiempo. En segundo lugar, el cuento de Hawthorne también es un viaje de iniciación que, a diferencia del relato austeriano, no se completa, ya que el héroe parece no haber aprendido ni evolucionado. Por último, consideramos que existen ciertos mecanismos distópicos en Hawthorne, marcando nuevas semejanzas con Auster.